VII Coloquio Frascuelo

FRASCUELO, PALABRA DE MAESTRO

Firma: Antonio Jiménez Zurdo

El sábado 21 de enero celebramos el VII coloquio en nuestros 3 años de existencia. Para esta ocasión contamos con la presencia del matador de toros Carlos Escolar “Frascuelo”, el decano de los toreros. Acto que fue moderado por nuestro amigo Paco Cañamero, encantado de tener al lado a uno de sus toreros y que supo con sus preguntas ahondar en la personalidad del artista. Aficionados de distintos puntos de la geografía, como Madrid, Segovia, Zamora y pueblos diversos de Salamanca llenaron el salón una vez más.

En una tarde propiamente de invierno por el frío, el maestro se presentó con las clásicas gafas de sol que le acompañan siempre y que no se deshizo de ellas en toda la jornada. Sus andares  y su porte podrían demostrar a cualquier desconocido en la materia que estaba delante de un torero. La ovación al llegar al salón ya presagiaba algo bueno. Se puede decir que fue como las que le tributa la afición de Madrid en Las Ventas, cuando le obligan a saludar una vez roto el paseíllo. Como siempre hacemos, el salón de actos de la Cooperativa estaba decorado con fotografías del protagonista en cuestión. Para la fecha pusimos algunas imágenes que ni el propio torero, como más tarde nos reconoció, había visto. 

Después de la introducción y de romper el hielo, el maestro comenzó recordando sus inicios en capeas de pueblos de Madrid y Guadalajara. Su guía siempre fue su padre, con el cual se imaginaba  en el callejón de Las Ventas dándole un puro para que se lo fumase orgulloso después de haber cuajado a un toro. Habló de su salto al otro lado del Atlántico, después de la cogida de Bilbao del año 77, y que Perú le acogió como a un hijo, aunque él siempre anhelaba torear en Las Ventas, su plaza. 

Repasó la actualidad taurina y refirió que se puede concebir un toreo más clásico, con más pureza y más verdad que el que se ve hoy día. Que el mundo del toro debe innovar y los empresarios se tienen que dar cuenta que todos los toreros son necesarios. Dijo que muchos aficionados le transmiten que sólo con verle hacer el paseíllo su entrada ya está amortizada y él les dice que hacer el paseíllo está muy pero que lo que quiere es expresarse delante de un toro. Las muchas anécdotas que tiene junto al maestro Pana pusieron la nota emotiva y de humor, como cuando fueron a tentar a una ganadería y les tocó limpiar la plaza de tientas de hierbas. 

Preguntado por las escuelas taurinas y si entendía que los chavales buscasen en las capeas la falta de oportunidades, manifestó que las escuelas a menudo quitan la personalidad de los aspirantes, mientras que las capeas son sitios auténticos y eres tú mismo, sacas lo que llevas dentro.

Por último, pese a su dilatada experiencia, acabó diciendo que no era profesor de nada, sino aprendiz de todo.

El último romántico del toreo, que se siente joven y dispuesto a dar guerra aún y, cómo no, hacer una vez más el paseíllo en su querida plaza de toros de Las Ventas de Madrid.

Fotos de José Guerras.